La importancia de la academia en un Sistema Moda. A propósito de la Exposición de Dries Van Noten en el Louvre

Si es que se quiere realmente hablar de un Sistema Moda dentro del campo de la economía creativa, ¿qué relevancia tiene aventurarse territorialmente tanto a revisar críticamente como a repensar y a construir una  verdadera oferta de formación –formal, no formal e informal–? ¿Hay que formar artistas o emprendedores o artesanos o patronistas? ¿O es que acaso en un único ser pueden cohabitar todos estos “perfiles”? ¿Hay que enfocarse en la “pertinencia educativa” para tener gente que siga haciendo lo que ya hacemos, sin importar lo estratégico de la realidad del sector? ¿O esa propuesta formativa tiene que ir sembrando las bases de cara a una renovada apuesta territorial aunque implique diez o quince años de “siembra silenciosa”?

Por: Paula Trujillo (@PaulaTrujilloPT)

* Imagen cortesía de My Fashion Journey

 

“La moda es extremadamente rica, ésta es una actividad extraordinaria porque uno puede nutrirse de cara al proceso creativo de múltiples fuentes de inspiración, exactamente como un colibrí se nutre de una multitud de flores”.

Dries Van Noten

 

El Museo de las Artes Decorativas del Louvre dedicó una exposición a Dries Van Noten en el 2014. La Exposición –que estuvo abierta casi todo ese año– se tituló Inspirations. Bajo este título se abordó el propio proceso creativo de Van Noten,  asunto que ya justificaría per se muchas páginas pues éste es el tema del que hoy se habla en la escena mundial de las Industrias Culturales (ICC) y de la economía creativa. Pero también buscó hablar de lo que ha nutrido el proceso creativo de este diseñador, incluyendo referentes en la muestra que iban desde Gerhard Richter, Francis Bacon y Elizabeth Peyton, pasando por Elsa Schiaparelli, Christian Dior e Yves Klein, hasta llegar a Damien Hirst o la película de Kubrick, La Naranja Mecánica.

 

Van Noten se puede inspirar en un recuerdo o en un viaje real o imaginado, nutrir su trabajo de las tradiciones étnicas sea de la India, de China o de México, o de la fuerza del rojo en Mark Rothko para luego jugar a la dicotomía hombre-mujer, aunque considera que su proceso de creación “va más lejos”. El punto de partida puede ser muy literal o muy abstracto, pero lo que le importa es el “camino que sigue dicha apropiación”. Reconoce que en su proceso es indispensable “enriquecerse constantemente, visitar exposiciones, leer, discutir y crear un flujo constante de información y de estímulos”.

Conocer mejor a Van Noten motiva nuevas preguntas tanto sobre el proceso creativo en el diseño de moda como en tantas otras disciplinas como la arquitectura, las prácticas artísticas, la música, el audiovisual o los video-juegos. ¿Cómo se crea? ¿Qué es eso de la creación cuando la relación entre inspiración y trabajo es simple: 1% vs. 99% respectivamente? Pero también es el momento de cuestionar los procesos de formación que actúan a la manera tanto de cimientos como de conectores en el acto de creación,  y es ahí cuándo se hace evidente la huella que dejó en Van Noten la Académie Royale des Beaux-arts d’Anvers.

 

Sí, Amberes y su sello claro tanto en los denominados miembros del Antwerp Six –sinónimo de avant-garde en la moda– como con nombres más recientes. ¿Qué han encontrado en esta ciudad Martin Margiela, Haider Ackermann, Walter Van Beirendonck, Ann Demeulemeester, Dirk Van Saene, Dirk Bikkembergs, Marina Yee y Dries Van Noten, entre otros? ¿Qué hace que un entorno sea cantera de talento creativo reconocido mundialmente? ¿Cuándo tendremos los Six de alguna de nuestras ciudades latinoamericanas?

 

En esta línea y con todo lo odiosos que son los listados de los “mejores del mundo” (pues revelan tanto como lo que esconden y tienen mucho de política en su estructuración) vale la pena “echarle un vistazo” a las que para algunos son las diez mejores escuelas de moda del mundo, importantes motores para este sector de la economía creativa:

 

  • El Royal College of Art de Londres de la que han salido nombres co mo Philip Treacy, Erdem Moralioglu o Christopher Bailey.
  • Central Saint Martins también en Londres con graduados como Stella McCartney, Alexander McQueen, Phoebe Philo, Hussein Chalayan y el sin duda talentoso y en proceso de reaparecer en la escena internacional –aunque sea desde Rusia- John Galliano.
  • Parsons, The New School of Design en Nueva York aportando nombres como Donna Karan, Marc Jacobs, Tom Ford, Narciso Rodriguez y Alexander Wang.
  • L´École de la Chambre Syndicale de la Couture Parisienne (París) que, velando por los intereses del reducido grupo de creadores de alta costura, ha tenido alumnos como Yves Saint Laurent, Valentino Garavani, André Courrèges o Issey Miyake.
  • Bunka Fashion College en Tokio: Junya Watanabe y Yohji Yamamoto son sus nombres más reconocidos.
  • El Fashion Institute of Technology en Nueva York apalancando su nombre en diseñadores como Carolina Herrera, Calvin Klein o Michael Kors.
  • El Instituto Marangoni con sedes en Milán, Londres y París, con alumnos como Moschino y Domenico Dolce.
  • La Cambre junto con la Antwerp Royal Academy of Fine Arts en Bélgica.
  • Pratt Institute en Nueva York en el que la relación arquitectura-moda es estrecha.
  • Beckmans College of Design en Estocolmo.

 

A este listado se sumaría casos que por sí mismos se están ganando un lugar. Comenzemos con Brasil por ejemplo, cuya vocación le lleva, por un lado, a atender las necesidades de sus clusters o “polos económicos”, y del otro a tener una numerosa oferta de postgrados y especializaciones cortas. Y Helsinki (Capital Mundial del Diseño en 2012) con políticas, eventos e instituciones como la Universidad Aalto –fruto de la fusión de la Helsinki School of Economics, la Universidad Tecnológica de Helsinki y la Universidad de Arte y Diseño de Helsinki– que trabajan en favor del tejido de la economía creativa. En esta última ciudad, diversas fuentes confirman que 40 mil personas trabajan en las Industrias Creativas –de las 607.991 que para el 2013 vivían en la propia ciudad de Helsinki–, que hay más de 80 festivales y que el volumen de negocios total del sector ascendió por ejemplo para 2007 a € 9,6 mil millones. Son las industrias de más rápido crecimiento durante los últimos años y ofrece más puestos de trabajo que construcción, financiación y logística.


Repasando este listado de territorios y conectándolo con los lugares donde se decide mucho del aparato mundial de la moda, donde se desfila y o dónde se crea, la conexión es altísima. Sin duda éste es un “círculo virtuoso”.

 

Si es que se quiere realmente hablar de un Sistema Moda dentro del campo de la economía creativa, ¿qué relevancia tiene aventurarse territorialmente tanto a revisar críticamente como a repensar y a construir una  verdadera oferta de formación –formal, no formal y claro, informal–? ¿Hay que formar artistas o emprendedores o artesanos o patronistas? ¿O es que acaso en un único ser pueden cohabitar todos estos “perfiles”? ¿Hay que enfocarse en la “pertinencia educativa” para tener gente que siga haciendo lo que ya hacemos, sin importar lo estratégico de la realidad del sector? ¿O esa propuesta formativa tiene que ir sembrando las bases de cara a una renovada apuesta territorial aunque implique diez o quince años de “siembra silenciosa”?

 

“Para muchos, la moda es un arte aplicado, pero para otros es una forma de arte (…) lo que importa es la verdad y la potencia de la emoción a la que somos sensibles y la forma como la trasponemos en nuestra vida y en nuestra producción creativa”.

Dries Van Noten

 

Yendo incluso más lejos,  ¿qué tanto importa hoy un diploma como factor de posicionamiento profesional para el campo de la economía creativa, versus unas aptitudes, unas habilidades y una solidez creativa? De hecho, ¿qué rol juegan entornos nuevos como el revolucionario programa MIT Open Course Ware o como Youtube, definido por personajes como Javi Creus como “el gran manual de instrucciones del mundo”?  Entornos estos que nutren a la manera del colibrí de Van Noten, junto con los irremplazables “viajar, leer y conversar”.

 

Termino con la pregunta sobre quién debe ser un diseñador de moda, qué formación es la necesaria y la relevante,  y cómo hacer de América Latina un entorno/cantera para esos diseñadores y sus aportaciones a la economía creativa. Hay nombres valiosos que reúnen tanto un sólido proceso creativo, como honduras conceptuales y lecturas transversales, además de hallarse en un entorno propicio que no sólo inspira, sino que atrae a otros creativos generando redes que se hacen notar mundialmente, y estimulan un aparato de incubación a la medida. Este Fashion Incubator permite que algunos creativos sigan su camino independiente,  con las dificultades propias pero también con satisfacciones; y que otros encuentren partners que los complementen con el capital y la gestión empresarial necesaria para consolidar y expandir sus propuestas.

 

Apostar sinceramente por un Sistema Moda, como una parte integral de la economía creativa de un territorio, no se subsana con una capacitación y algún curso. Implica sin rodeos ni dilaciones, afrontar estas preguntas.